
El título encierra y promete describir naturalmente una información, de las muchas que hemos anunciado, publicamos y expresaremos seguramente a montones. Pero esta noticia parece tener un contenido distinto, llena de sensibilidad, trascendencia, mezcladas con pasión y rasgos de nostalgia.
El ambiente deportivo se sacudió sin dudas y causó estupor, claro, más aún en la familia «aurinegra». «Polaco» vuelve a ser parte del día a día del club que lo vio hacer sus primeros pasos, iniciándose como deportista y luego siendo entrenador.
Muy joven y todavía adolescente, emigró en busca de sus sueños. Alentado por la frescura de su juventud, el esfuerzo de su familia, con los miedos lógicos de sus padres -Adela y Emilio- y la motivación de un tal Prof. Raúl Mazzieri, llenó las valija de esperanzas. Y aunque la incertidumbre siempre nos genera temores a todos -el no fue excepción-, la ecuación y los pilares citados, anunciaban que algo importante se iba consumar.
Se recibió y ejerció como Profesor de Educación Física, pero de la mano con el básquetbol, como la novia que siempre abrazó y nunca soltó.
Después de muchos años exitosos de Enrique Lancellotti y luego de anunciar Quique su salida, en la mente de los dirigentes sonó inmediatamente el apellido Ferratto. El hijo pródigo regresa a casa y para dirigir a su club, defender sus colores que, a pesar de la distancia siempre recordó, anheló y valoró.
Seguramente, esperaba este momento y tal vez, sea un doble desafío personal, hacer bien su trabajo y dejarle lo mejor, a su amor incondicional, su querido Central Argentino Olímpico.
«Polaco» está de vuelta y viene a sumarse a un proyecto que data de años, basado en una tarea intensa, sostenida y con firmes convicciones.
Fuente: Adrian Tavella