
Desde un lejano 1994 hasta el cierre de la participación de Libertad en La Liga Federal días atrás, Bebo desarrolló una carrera inolvidable atravesada por un amor tan eterno como recíproco con los Tigres. Su adiós fue otro acto de gratitud, entrega y fidelidad.
A los 46 años y tras una carrera que abarcó más de tres décadas, Mariano Ceruti cerró su etapa como jugador profesional con la camiseta que más ama: la de Libertad de Sunchales. Y lo hizo fiel a su estilo, dejando todo en cancha, liderando a su equipo con 14 puntos en su último juego en La Liga Federal 2025. Pero lo que se terminó fue mucho más que un ciclo deportivo: se despidió un referente, un obrero del básquet argentino, un tipo querido en todos los clubes por los que pasó.
«Fueron días con mucha mezcla de emociones y sensaciones», cuenta Bebo a pocas semanas del último baile. «Tristezas, alegrías, y la incertidumbre de lo que me pasaría luego. Traté de alejarme de eso, pero era imposible. Y debe ser lindo retirarte en tu cancha, pero que el final haya sido en Santa Paula, con toda la gente aplaudiendo mi salida de pie por más de un minuto, fue algo inolvidable. Le doy las gracias y me saco el sombrero con ese club».
Ceruti eligió cerrar el ciclo donde todo empezó: Libertad. Y en la tercera categoría del básquet nacional. «Sentía que le debía algo al club, y necesitaba retirarme con la amarilla y negra. La pandemia ya me había retirado, pero me quedaba algo más. Estos últimos años fueron un viaje increíble. Estoy orgulloso de este equipo y agradecido a cada dirigente, a todo el staff y al entrenador Gustavo Lucato, que es un amigo y me dio esta posibilidad».
Su carrera fue inmensa. Desde el debut en 1994 en la Liga B, fue parte de logros inolvidables con Libertad: campeón del TNA en 1998, MVP y campeón de la Liga Sudamericana en 2002, título en La Liga Nacional en 2008 y dos Súper 8. Pasó por Gimnasia LP, San Martín de Corrientes, Oberá, Unión de Sunchales, La Unión de Formosa, Sarmiento de Resistencia, Tiro Federal, Atlético Rafaela, Villa San Martín, AMAD Goya y Ben Hur. También jugó en Paraguay y en Italia. Pero su corazón siempre volvió a casa.
“Hay muchas imágenes que me quedan, pero si tengo que elegir una me quedo con un torneo local en el que fuimos campeones y pude tener a mis hijos al lado. Ellos son mi motor, mi razón para seguir adelante, vinieron para mejorar mi día a día. Aquella foto festejando con ellos refleja el esfuerzo de toda una vida para tener ese regalo: no el título, sino compartir la felicidad con mi sangre”.
En cada testimonio de Ceruti hay un factor común: su familia, sus amigos, su gente. “No puedo explicar con palabras lo que significa siendo un chico de Sunchales el apoyo de los de uno y de toda la ciudad en cada partido, sin importar el resultado. En Libertad, ya seas profesional o no, sentís que te acompañan en todo. Es algo indescriptible, pero maravilloso”.
El vínculo con los Tigres no se corta. «Es el patio de mi casa. Me formó como persona y deportista. Sigo yendo a entrenar, es difícil verme en otro rol… Pero prometo no jugar más, o al menos no profesionalmente, jaja. Si me piden para un juego local, tal vez diga que sí».
Afuera de la cancha, Bebo mantiene su vida activa. Tiene su local de indumentaria deportiva hace casi 30 años y ahora dio el puntapié inicial para cumplir otro sueño: abrir un bar con pub, comida y karaoke. «Estas actividades me mantienen ocupado, me apasionan y me ayudan a ir dejando de a poco el básquet, aunque cueste».
En tiempos donde los números suelen acaparar titulares, Ceruti deja un mensaje claro: «Siempre me importó más ser buena persona que buen jugador. Ser auténtico, decir la verdad, ir de frente. Que te recuerden como un loco lindo, como buen padre, buen hijo, buen tipo. Eso es lo mejor que te puede pasar».
En la fase regular de su última temporada aportó 23 minutos por partido -con 6.9 puntos y 4.2 rebotes de promedio-, lideró a un grupo joven y compitió hasta el final cayendo ante los de Gálvez en playoffs internos. «Fue una temporada compleja, pero hermosa. El club hizo un esfuerzo enorme para jugar el torneo, y darle a los chicos un estímulo, una proyección. Junto a buenos refuerzos como Vásquez y Manasero, formamos un grupo que empezó muy bien, que no terminó en su mejor forma, pero siempre fue duro de vencer. Los pibes tuvieron rodaje, entendieron que deben enfocarse y seguir trabajando, y estoy feliz de haberlos acompañado».
Antes de despedirse, Bebo deja un mensaje a los hinchas: «Me emociona hablar de los sunchalenses, a quien agradezco de corazón por bancarme siempre, en las buenas y en las malas. Tanto el hincha de Libertad, como el del básquet, conmigo fue muy generoso. Yo no fui un virtuoso, pero siempre lo dejé todo. Y cada club me dio muchísimo pero, con su perdón, debo decir que el Hogar de Los Tigres es mi casa, mi gente, mi familia».
¿Y al Bebo de 1994, qué le diría? «Que no cambie. Que mantenga sus convicciones. Que podría ser más profesional, aprender más de los errores y no repetirlos. Que sepa que el deporte puede ser cruel, pero que hay que levantarse cada vez que uno se cae. De eso se trató mi carrera, y de eso se trata la vida». Mariano Ceruti cerró una maratón que trascendió camisetas, estadísticas y trofeos. Lo hizo siendo él mismo, con entrega, humildad y el corazón pintado de amarillo y negro.
Fuente: Prensa CAB