La irrupción de la ¿nueva? reglamentación de la falta antideportiva desató un debate más que interesante en torno a su aplicación; y no porque esté confusa la regla (de hecho está bien clara), lo atrapante surgió cuando se la sometió a un tratamiento especial, adecuándose a un contexto específico: el minuto final, en una definición de juego equilibrado.
En mi caso, el disparador fue la resolución del choque entre Atlético Sastre y Sportivo Suardi y donde, con el “respaldo” de una comunicación fresca y con un preconcepto adquirido desde una explicación incompleta, juzgué de manera crítica el criterio utilizado por la dupla Piedrabuena-Rodríguez.
En este portal quedaron reflejadas las siguientes líneas dentro de la crónica del partido: “la lógica del básquet indicaba que Sportivo debía cortar con falta, y así lo hizo. Pero una errónea lectura de la nueva reglamentación de parte del árbitro Rodríguez generó toda una ola de protestas de Sportivo, porque derivó en dos antideportivas con 4 libres convertidos por Del Castillo y dos reposiciones, dejando sin chances al visitante de seguir en partido.
Decididamente, mal usado el criterio. Bajo este contexto, claramente se le quita al equipo que pierde el derecho de jugar tácticamente con ese recurso y seguir en juego, o bien, también para el que gana, en caso que quiera defender su diferencia. Se le quita al juego un recurso, una herramienta vieja como el básquet mismo en momentos de resolución por lo que debe ser bien claro el criterio y el mensaje que se baja hacia los árbitros”. No es tan así.
Más allá de evaluar luego cada situación en particular o de coincidir o no con los árbitros en estos hechos puntuales, esos pocos segundos de polémica motivaron de mi parte la búsqueda, la tarea periodística que me permita arribar a un mensaje concreto que disipe los claroscuros de propios y extraños. Y luego de algunos días caí en la cuenta que mi percepción estuvo basada en un enfoque erróneo, nutrido por información previa de una fuente calificada que hablaba “de que los cortes que hace un equipo para mandar al otro a la línea no deben ser considerados antideportiva”.
Ahora, por qué debería ser una infracción pitada como antideportiva en el 2do. cuarto, por ej., y luego, sin escalas, en la misma, cambiar la formulación de la sanción en medio de los instantes finales y ante un duelo parejo. Pasa que a lo largo de los años hemos asimilado de parte de los árbitros esa “licencia” que ellos mismos se han dado para pitar de diferentes maneras, dependiendo de las condiciones que imperen en la contienda.
Según se desprende de los dichos del reconocido árbitro Silvio Guzmán en emisiones radiales, históricamente se cambió el criterio para pitar en los segundos finales o se dejaban pasar acciones que cortaban contras pitando falta normal y eso reforzó la famosa orden táctica de cortar con falta deliberadamente, casi como sea, sin importar las formas, aunque siempre con cierto cuidado en el rigor físico.
En los últimos años la estrategia de cometer faltas se utilizaba cada vez más para interrumpir, impactando negativamente en el espectáculo, especialmente en los contraataques.
Y fue la Euroliga que tomó la posta el año pasado y se ha puesto el acento en aplicar más estrictamente una regla existente de siempre que define faltas antideportivas en el sentido de que el defensor no tiene intención de jugar la pelota.
Muchos (me incluyo) juzgamos las nuevas medidas con el sesgo tradicional cuando se aplican en la recta final de un enfrentamiento parejo, donde las pulsaciones sobrepasan los límites y la cabeza del jugador quizá no es tan pensante. Lo cierto es que un reglamento no tiene variaciones dependiendo del momento y las circunstancias. Que existe el dominio de la acción y la subjetividad del arbitro es claro, aunque no debería existir como tal una “tradición no escrita, tácita» que termina siendo a esta altura uno de los elementos clave que nos llevan a juzgar erróneamente.
Sostengo, igualmente, que el debate recién comienza y las discusiones estarán presentes en lo que queda del año competitivo. La misma información que motivó un enfoque incorrecto de nuestro lado, es parte de la misma razón por la que hoy por hoy tengamos también ciertas flaquezas y bastante confusión.
Cambiar la visión, el modo de afrontar una acción, disponer el cuerpo para lograrlo, afinar la táctica para adaptarse al ojo del árbitro, sin dejar de lograr el objetivo de la orden que se emana desde la banca, será uno de los principales desafíos que deberán llevar a la práctica jugadores y entrenadores de ahora en mas.
Si alguna vez sostuve que se le quitaba una herramienta táctica al entrenador en momentos decisivos, tengo que reformular o rectificar la premisa porque nunca se verán limitados los instrumentos, sino que deberán ser ejecutados ahora con mayor destreza, habilidad y sapiencia de parte de los protagonistas y eludir así la infracción antideportiva.
Por Luciano Serafín